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Consejo Editorial





 "Los lunes son un puente que me llevan lejos."


Por principio de cuentas es un wey y se le puede encontrar frecuentemente haciéndose wey, como para demostrar que le es completamente fiel a su naturaleza. Como chango chilango que es, el albur es parte integral de su vocabulario, de su sino, de su diario acontecer…
Se dice disidente, con toques anarquistas, revolucionario y asegura que la vida misma es ya un acto de resistencia. Se asoma por la ventana y se rasca la cabeza, quiere comprender lo que ve pero a veces no lo consigue y entonces se encabrona y se pone a fumar y a escribir como pinche loco…





"Prefiero no hacer mucho caso y distraerme en otras cosas."


Doblemente chilanga, nació en el D.F. allá por el año del último mundial en México, creció en Tijuana y se reencontró en el DeFectoso nuevamente… simplemente no es ni de aquí ni de allá. Se dice Licenciada en Comunicación, aunque no hace realmente uso de este ni de ningún otro título. Es ávida coleccionista de libros y le gustaría ser igualmente ávida lectora (sólo que encuentre la oportunidad). Aún así, sus mayores intereses están en la investigación, la cinematografía, el desarrollo de proyectos independientes y la indecisión. Actualmente se ha enfocado más a la literatura y el diseño amateur, gracias a un chiquicurso descargado de YouTube. Dicen que anda cambiándose el apellido a cada rato y detesta que a raíz de la cartonera la llamen Lulú de Cartón… bueno, ni tanto porque admite que es igual de atorrante. El administrador de esta página no se hace responsable por los cambios de biografía que la indecisión de la autora considere necesarios…





"El final del viaje, sin embargo, es un momento por demás tenso."


Nació un día de Abril en el año 1987, tuvo una infancia feliz y hacia estos últimos años se descubrió hijo de un padre olvidado, una madre común y con un hermano. Empezó a odiar a los perros gracias a su madre; le gustan los días fríos y nublados, los pasteles de frambuesa, las garnachas y el café; nunca ha creído en Dios, ni en los anuncios patrióticos; ambos sólo le han dado enemigos y urticaria; se enamoró y lloró (como quinceañera), pero gusta aún de mandar besitos por teléfono cuando cree que nadie lo ve; siente una tranquilidad en el alma cuando no deja de beber, fumar, comer y dormir; lo hace con soltura y sin reparo; todo a raíz de que empezó a creer que no hay nada importante que perder, más que su valioso tiempo. Por eso decidió perderlo en nada y de vez en cuando escribiendo.